DIRECCIÓN CREATIVA

Esta es una historia explicada de madres a hijas. De mujeres, jóvenes y mayores, algunas madres y todas sabias.

Te doy la bienvenida al mundo de ARS.

Ya de pequeña, imaginaba todos los colores en una hoja en blanco. Mi abuela cosía para todos.

En el comedor, una montaña de hilos, lanas, agujas entre las ranuras de los azulejos. Los armarios repletos de tejidos de mil formas y colores. Yo enmudecía mirándola. Sus manos danzaban entre las telas, deslizándose con la precisión de quien ha contado historias con puntadas. No había prisa en su labor, solo la cadencia serena de quien sabe que cada hilo teje recuerdos.

Mi madre heredó su arte. Los domingos por la tarde eran momento de dibujos. Olor a café impregnando la casa. Mi abuela y mi madre escogiendo ropas, colores para mis vestidos de verano. Patos verdes, muñecas con sombrero, elefantes rosas. Y mi mundo imaginario empezó a construir mi propia historia.

A medida que crecía, aprendí a ver en cada retazo de tela un universo de posibilidades. Mi madre me enseñó a delinear formas en papel, a combinar colores con instinto y precisión. “Cada creación cuenta una historia”, me decía mientras deslizaba la tiza sobre la tela, marcando el contorno de un nuevo vestido.

Con cada puntada, entendí que no era solo costura, era una herencia de amor y creatividad.

Las tardes de verano se llenaban de risas y anécdotas, mientras la máquina de coser zumbaba en el fondo. Mi abuela compartía historias de su juventud y mi madre añadía sus propias memorias, tejiendo el pasado con el presente.

Ahora, al contemplar mi propio camino, entiendo que cada hilo que ellas entrelazaron formó la base de lo que soy. La costura es un lenguaje, una manera de contar quiénes somos y de dónde venimos. Y así, con cada creación, sigo construyendo mi historia.

El amor, la curiosidad, la creatividad, como timón de vida. El arte me eligió, y lo seguí.

Y llegaron ellas. Violeta, Emilia y Savina. Amor incondicional. Con ellas, nacieron mis primeras piezas. Entendí que el arte no es solo creación, sino expresión de identidad. La necesidad de manifestarme, de ser fiel a mí misma, de transformar emociones en formas. Revolución, expresión a través del color, tejidos, traducir mi esencia en cada pieza. Sin miedo a ser transparente, a compartir lo que me define. Sabiduría, crecimiento. 

Porque la libertad de crear no tiene límites cuando el amor es la guía.

Anna Rovira